miércoles, 2 de abril de 2008

La casa de Dostoievsky, de Jorge Edwards, Premio Planeta Casa de América

El escritor chileno Jorge Edwards regresa literariamente a la Cuba de la que salió en el año 1971 con la etiqueta de persona non grata. Edwards, premio Cervantes en 1999, recibió ayer en la ciudad de Buenos Aires el premio literario Planeta-Casa América por La casa de Dostoievsky, una novela inspirada libremente en la peripecia de su amigo y poeta Enrique Lihn en el Chile de los años 50, París, la Cuba de Castro y el Santiago de Allende y Pinochet. Y, seguramente, también en su propia vida.
En un episodio del libro, el escritor revive "desde la ficción pura" el caso Padilla, la persecución del poeta disidente que originó un cisma en la intelectualidad progresista europea y americana, desencadenó la fulgurante salida de Edwards de Cuba, donde estaba destinado como embajador de Allende, y quedo registrada en su libro Persona non grata (1973).El poeta protagonista "atraviesa de pleno el caso Padilla" y Edwards le hace estar presente en la patética sesión de autocrítica de este ante la Unión de Escritores. Pero no lo hace desde la contestación política sino desde la "incomodidad" con que personajes como Lezama Lima "vivían su conflicto intelectual y psicológico" con el régimen "viviendo más o menos mal y bebiendo todo el ron y la cerveza que podían".
Los años --nacido en Santiago de Chile hace 76 años, ayer confesó estar ya en su "tercera o cuarta juventud"-- parecen haber armado de magnanimidad a un Edwards que sostiene que en su regreso literario a Cuba "el propósito crítico no es lo que predomina". Incluso confiesa un "moderado optimismo" porque los últimos gestos de Raúl Castro denotan "voluntad de cambio" y "que algo se empieza a mover en Cuba". El mismo Raúl Castro que desde 1968 movió los hilos de la persecución del poeta Heberto Padilla.
La novela había sido anunciada por Edwards, incluyendo el título, desde el año pasado. La Casa Dostoievsky fue un caserón de Santiago de Chile que existió realmente, donde pululan el poeta protagonista --también lo hizo el Lihn real--, "pintores, poetas, algún filósofo extraviado" y "un fuerte olor a orín de gato". La tercera parte, tras la experiencia cubana, se sumerge en La ciudad del Pingüino, la gris Santiago "de las catacumbas" bajo la dictadura de Pinochet. El exilio de Edwards en Barcelona, en cambio, no tiene reflejo literario en la novela.Entre los personajes, advierte Edwards, sí circula un "poeta oficial", un cardenal de la izquierda llamado Nerón tras el que se adivina sin dificultades la figura de Pablo Neruda.La novela, en síntesis, además de tener una faceta política y una generacional, tiene otra, la principal, que trata "sobre la poesía, los poetas y las ganas de ser poeta". La vida cotidiana de los grupúsculos de poetas marginales en Santiago de Chile pueden recordar fuertemente a los Detectives salvajes de Roberto Bolaño, obra que el propio Edwards presentó en Barcelona.Aunque "hicieron buenas migas", el maestro aceptó el reto de hacer otra versión de un tema clásico, la formación y crecimiento de un joven poeta, desde un estilo de escritura "totalmente diferente".

Ernest Alòs
Notícia publicada en el Peiódico de Catalunya.
Miércoles 02/04/2008

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